Etimología de Justicia Divina

Julia Faranchuk

Primeramente, justicia remite al latín como iustitia, vinculado al adjetivo justo (en el latín iustus) y ambos con base en el núcleo propiciado por el término derecho (que se traslada al latín como ius). Por su parte, Divina o Divino tiene rerefencia en el latín como divīnus, en alusión a aquello relacionado a Dios o a una divinidad en la que uno cree, asociado al adjetivo divus, para referirse a Dios o o una deidad, y naturalmente Dios o dios, ubicándose en el latín deus, explorando raíz en el indoeuropeo *dyeu-, por iluminar o brillar.

Una administración de justicia trascendental y perfecta

Este postulado de vieja raigambre en la humanidad se usa para dar cuenta de aquella justicia que emana de Dios o la deidad en la que se cree y que como tal se le otorga un grado de perfección, razón, y equidad mayor que la que se imparte en la tierra y de parte de los humanos, básicamente por la razón que estos son falibles.

Incluso, muchos creen férreamente que la justicia divina, más tarde o más temprano, llega y repara la injusticia de los hombres cuando es imperfecta o no cumplió con su misión de darle a cada cual lo que corresponde o pertenece.

Es imposible medir el alcance de este tipo de justicia en términos humanos, toma entidad y relevancia solamente entre los creyentes.

Los conceptos de justicia divina y justicia humana conviven desde tiempos remotos, cuando se escribieron los primeros textos legales que contienen las leyes que regulan las relaciones y la vida en sociedad, ahora bien, es preciso destacar que más allá de esta situación y de la obligación de cumplir la ley desde que se escribió, la justicia divina siguió sacándole ventaja, fuerza y valor a la humana, aun endureciendo las penas.

Errar es humano y la justicia terrenal también

En esta consideración que sigue vigente en la actualidad es que encontramos de alguna manera la respuesta del porqué de la supremacía de la justicia divina, especialmente para los creyentes, porque abonan la idea que dispone de un grado de perfección que la humana es incapaz de lograr jamás porque procede y es aplicada por seres humanos que son plausibles de cometer errores, algo que es imposible de pensar de parte de Dios quien todo lo sabe y es perfecto.

Por caso, y según sostienen los que creen en ella, frente a un delito la justicia humana puede equivocarse, incluso puede no actuar dejando un enorme vacío, pero para subsanar eso está la justicia divina que siempre actúa, en esta vida, o en otra.

Cuando el alma se separa del cuerpo recalará en el estadio del Purgatorio donde se examinará su accionar, y si algo quedó pendiente deberá cumplir el castigo correspondiente, redimirse, para así poder seguir el camino de encuentro con Dios.

La necesidad de garantizar la paz y convivencia social

Independientemente de las consideraciones que puedan surgir respecto de la perfección o no de cada justicia en relación a quien la imparte, no se puede soslayar que su valoración surgió de la demanda social por disponer y sostener la paz y la armonía entre los integrantes de la comunidad.

A través de la serie de normas, principios y consideraciones que sostiene es posible contar con un marco que vela por la corrección de conductas y castiga a aquellas que se desvían de los criterios estipulados.

Antigua Roma, pionera del ordenamiento jurídico

Domicio Ulpiano fue un jurista romano que vivió entre finales del siglo II y III y que sentó las bases del concepto de justicia que se perpetuó y afianzó con el correr del tiempo.

Inspirado en la filosofía griega de Pitágoras y el Estoicismo, entre otras influencias, definió tres ejes fundamentales del derecho: vivir honestamente, no dañar a nadie, y dar a cada quien lo que le corresponde.

Fue una de las fuentes fundamentales del Derecho Romano que ordenó jurídicamente la vida en el Imperio y que tanto material le aportó en este sentido al derecho moderno.

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