Se postula en el latín como historĭa sobre la base en el griego historía (ἱστορία), asociado a historein, en alusión a ‘indagar’ o ‘inquirir’, relacionado con hístōr (iστωρ), que remite a la capacidad del juzgamiento desde el saber, encontrando raíz en oîda (οiδα), sobre el indoeuropeo *weid-, el cual se interpreta como ‘ver’, ‘saber’, en el marco de atestiguar; y los sufijos -tor (-τωρ), que forma el sustantivo, e -ía (-ία), como componente de cualidad.
En todas las culturas y civilizaciones los individuos se encuentran con señales de un tiempo remoto, relatos y leyendas que se transmiten de generación en generación y crónicas sobre lo que aconteció tiempo atrás. Éstas y otras referencias al pasado conectan con una necesidad: conocer qué ocurrió en el tiempo pretérito para poder interpretar el presente.
Una palabra que adquiere sentido a partir de la invención de la escritura
Situándonos específicamente en el griego historein, desde el trayecto que trazamos al comienzo del análisis, recordando que tal escalón evolutivo de la palabra remite a la idea de preguntar, conocer, y en definitiva aprender, observamos que quien por vez primera dejó un testimonio escrito sobre las tradiciones de otros pueblos fue el griego Herodoto de Halicarnaso en el siglo V a. C. En el contexto del mundo occidental es considerado el primer historiador y el padre de la historiografia.
Su principal obra tiene un título muy revelador, «Historias» (se trata de un relato en el que se narran las Guerras Médicas entre persas y griegos y, por otra parte, se cuentan una serie de anécdotas y costumbres relacionadas con sus viajes por Egipto).
Los historiadores ordenan el paso del tiempo en grandes etapas y para ello establecen una diferencia fundamental: lo que aconteció antes de la invención de la escritura y lo que sucedió después. Lo anterior es la prehistoria y lo posterior es propiamente la historia, la cual se desarrolla en un sentido cronológico en distintos periodos: Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea.
Como otras áreas del conocimiento, esta presenta múltiples ramas y disciplinas auxiliares: cartografía, epigrafía, cronología, paleografía, archivística, diplomática, heráldica, numismática, vexilología, etc. Cada una de ellas se centra en una dimensión específica de la historia.
La historia se proyecta en todas las disciplinas y en todos los individuos
La literatura, la filosofía, el derecho, la matemática, la biología o cualquier otra disciplina son áreas del conocimiento que se ocupan de una dimensión de la realidad.
Sin embargo, cada una de ellas tiene su propia historia, ya que comenzó en un momento concreto y se fue desarrollando por unos cauces o por otros. En este sentido, los conocimientos humanos se pueden comprender a partir de su propio devenir histórico. Vale la pena recordar que también las palabras tienen su origen y evolución y por este motivo analizamos su etimología.
Desde una perspectiva individual, todos somos herederos de un pasado. Así, venimos de un linaje familiar, en nuestro pueblo o ciudad hay unas fiestas y tradiciones que se remontan a un tiempo lejano, queremos saber quiénes fundaron nuestra localidad o la asociación a la que pertenecemos. En definitiva, si no tuviéramos respuestas a las preguntas del pasado desconoceríamos lo que somos en el presente.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 01/2019, en https://etimologia.com/historia/