Etimología de Stalkear

Aleksorel, Niederhauser

Es un préstamo lingüístico del inglés extendido al campo de Internet y uso de las nuevas tecnologías, con referencia en el verbo stalk, remontando al siglo XIV, por acercarse sigilosamente a una persona, sobre el inglés antiguo *stealcian, sobre la base del proto-germánico *stalkon, por robar, a instancia del indoeuropeo *stel-, por situar. Es una de las tantas referencias de la lengua de Shakespeare que se dan en el sector de la tecnología, cuyo significado responde a vigilar y controlar las actividades de alguien en Internet, pero en el peor de los sentidos, como el de un psicópata que intenta monitorear y acechar los movimientos de una posible víctima.

Es empleado por la generación de los llamados millennials para referirse esencialmente a la vigilancia o el seguimiento obsesivo al cual es sometido alguien en las redes sociales por parte de otra persona. No obstante, el término es suficientemente reciente, amplio, y difuso, como para que la interpretación se abra según el criterio, incluyendo la vigilancia más allá de las redes sociales, por ejemplo.

El préstamo lingüístico hacia el español se produce en algún momento alrededor de 2015, adaptando la pronunciación como “estalquear”, tomándose como un sinónimo de acosar, término equivalente en lengua española, aunque “stalkear” se refiere específicamente al entorno online y, más concretamente, a las redes sociales, mientras que “acoso” puede referirse indistintamente a ambos ámbitos y, generalmente, se lo vincula más al terreno tradicional offline.

En Reino Unido, podemos encontrar el precedente directo del uso del verbo inglés en este sentido para definir la actividad de los paparazzi para vigilar la vida privada de las celebrities con el objetivo de conseguir exclusivas para los medios de la prensa amarilla.

Aunque “stalkear” es empleado muchas veces por la gente joven de manera informal y sin una gran trascendencia, denota una realidad preocupante: el acoso online.

Es un fenómeno que puede ocurrir en parejas (en casi todos los casos, del hombre a la mujer, lo que también cae en el ámbito de la violencia de género), entre compañeros de clase de centros de educación (emparentándose con el bullying), o en el trabajo. En cualquier caso, lo que empieza con el control de nuestras redes sociales por parte de otra persona puede desencadenar algo peor, así que siempre que tengamos constancia de que estamos siendo vigilados y controlados online (u offline, evidentemente) tenemos que afrontar el problema y denunciar a las autoridades competentes si es el caso.

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