Etimología de Objetivo

Luuk

Se obtiene acompañando el sustantivo objeto con el sufijo -ivo. De este modo, se analiza objeto, ubicándose en el latín como obiectus, sobre el participativo obicere, y éste vinculado como combinación de los elementos ob, que pauta algo que está enfrente a uno, e iacere con raíz en el indoeuropeo *ye-, sobre la idea de lanzar algo. Así, el término objeto se unifica al sufijo -ivo al respecto del latín -īvus, para moldear el término como adjetivo y cierto grado de inclinación. En este escenario, lo objetivo en su sentido primigenio es aquello que tiene relación con una realidad concreta y, al mismo tiempo, es una forma de conocimiento basada en la comprensión de lo real tal y como es.

Versus subjetivo

Nuestras opiniones y valoraciones personales conforman la dimensión subjetiva del individuo (subjetivo viene precisamente de sujeto).

En cambio, aquello que es descrito de manera neutral y con la mayor precisión posible es algo objetivo. Esta distinción tiene dos antecedentes en la historia de la filosofía occidental: el paso del mito al logos y la diferencia entre doxa y episteme.

El logos es el germen de la objetividad

En los relatos mitológicos de los griegos se explican acontecimientos y fenómenos naturales desde una perspectiva fantástica. Esta forma de narración era válida para unos esquemas mentales basados en una explicación simplista del mundo (por ejemplo, el dios de los cielos y la diosa de la primavera son quienes traen respectivamente las tormentas y las flores). Esta perspectiva de la realidad no convenció a los primeros filósofos, los presocráticos.

Su aportación fundamental consistió en pensar en un logos, es decir, en un criterio racional para entender todo lo que existe. El cambio de mentalidad es conocido con una denominación: el paso del mito al logos.

Doxa y episteme

Una vez iniciado el camino del logos, lo mágico va perdiendo su fortaleza de manera paulatina y los mitos griegos son valorados como simples relatos literarios. La racionalidad se impone en todos los órdenes y se fundan saberes con criterios objetivos (las distintas disciplinas del conocimiento que finalmente se denominarán ciencias).

Para los griegos, algo es objetivo cuando se fundamente en un tipo de saber, la episteme. Por el contrario, algo es subjetivo cuando obedece a un interés o valoración personal, la doxa.

Episteme y doxa son dos postulados que sirven para delimitar esferas del conocimiento. Separan lo objetivo de lo subjetivo, lo científico de lo acientífico o pseudocientífico, lo racional de lo irracional, lo seguro de lo probable. Los conocimientos objetivos buscan una concordancia entre las palabras y los hechos y los conocimientos subjetivos se limitan a comunicar sentimientos y emociones.

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