Se distingue en el latín magister, en refencia a una posición de liderazgo que ubica a uno al frente de la situación, asociado al adverbio magis, al respecto de más, sobre la raíz indoeuropea *meg-, que se refleja como mayor. Por su parte, el femenino remite al latín como magistra. De esta manera, el magister se encuentra por encima de los otros, destacando por sus conocimientos en una materia específica. Tiene una valoración histórica en el italiano en el ámbito de la música clásica desde el siglo XVII.
En contraposición, como curiosidad para explicitar la denominación, la palabra ministro procede del latín minister, por menos, haciendo referencia al siervo, y adoptado en los tiempos actuales a una figura pública que tiene una escala inferior a nivel jerárquico de poder o influencia, o en el ámbito religioso del cristianismo en el sentido de servir. Sin embargo, esta jerarquía linguística no se traslada a los salarios de los cargos, y observando a la educación pública como una figura en constante amenaza, enfrentando la universalidad del saber ante un acceso restringido a los sectores más pudientes como lo era en un principio en la antigüedad como divisor determinante de estatus social.
Palabras derivadas
Sobre la base del latín, abundan las palabras que derivan de magis, citando por ejemplo magistral en magistrālis, magnanino en magnanĭmus, o magisterio en magisterium. En todas ellas se transmite la superioridad de algo o alguien. En el caso del maestro, es la persona que tiene unas habilidades superiores.
La relación maestro-discípulo recorre la historia de la humanidad
Los romanos heredaron los valores de la cultura griega. En este sentido, magister encuentra bases en el adjetivo del griego didaktikós, por didáctico, al respecto del saber y la destreza por instruir. El vínculo entre el que enseña y el que aprende genera una singular relación dialéctica, ya que el primero muestra un camino de conocimiento y con el paso del tiempo el segundo puede llegar a superarlo.
En la Grecia clásica hubo dos tradiciones paralelas: la socrática y la sofista
Sócrates ejerce su magisterio por un compromiso ético y todo lo que enseña a sus seguidores tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y el anhelo de perfección. En cambio, los sofistas enseñan solamente a quienes pueden pagar sus lecciones.
En el Nuevo Testamento Jesús de Nazaret se presenta como un maestro que ilumina a sus seguidores a través de sus relatos en forma de parábolas y con su comportamiento comprometido con los más débiles.
En la tradición musulmana el maestro sufí ejerce su magisterio transmitiendo enseñanzas de espiritualidad, ya que el sufismo es el camino que busca la purificación del alma humana.
Los filósofos medievales como Tomás de Aquino, Duns Escoto, Avicena o Averroes se inspiraron en Aristóteles, quien era considerado el maestro de los que saben. Por otra parte, en las escuelas episcopales, herederas de las escuelas municipales romanas, se enseña a los más jóvenes los principios de la vida religiosa.
A partir del siglo Xl se inicia la tradición universitaria en Europa y en este contexto también surgen los primeros colegios mayores
Al margen de la enseñanza reglada, en el sistema gremial de la Edad Media los maestros artesanos enseñaban un oficio a los aprendices.
La educación pública con carácter obligatorio se extendió definitivamente en el siglo XlX. Desde entonces la figura del maestro representa al individuo que, guiado por una sólida vocación, inculca a sus alumnos los rudimentos de los distintos saberes.
En la actualidad algunos youtubers con espíritu de maestro difunden sus conocimientos a través de internet. Los canales educativos tienen una nueva modalidad de estudiantes, los alumnos espectadores.
En síntesis, el binomio maestro-alumno ha tenido escenarios y contextos muy diversos a lo largo del tiempo, pero en todos ellos pervive el mismo germen: una persona con unos conocimientos de orden superior que intenta compartirlos con aquellos que todavía no saben.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 11/2018, en https://etimologia.com/maestro/