Etimología de Idoneidad

Artem

Originado en el latín idoneítas para referirse a la capacidad de algo o alguien, en tanto cuando hablamos de una persona estaremos indicando que la misma dispone de una aptitud o disposición especial para llevar a cabo determinada tarea o trabajo.

Normalmente se aplica en contextos laborales en los cuales la productividad y rentabilidad de una empresa son los fines máximos, solamente asequibles con una conjunción de factores: inversión, decisiones exitosas, y recursos humanos convenientes y adecuados para que desarrollen las tareas con eficiencia.

Todas las actividades profesionales, demanden el cumplimiento o no de estudios específicos, o solamente requieran de una formación técnica, le exigen al trabajador competencia para desarrollarlas satisfactoriamente, tanto en lo que respecta a experiencia como a instrucción.

Para poder aplicar a un determinado puesto, en una empresa u organismo, es crucial contar con las aptitudes que demanda el cargo para que sea correctamente desempeñado. La capacidad será evaluada por expertos a través de entrevistas y de pruebas.

Las empresas o áreas de recursos humanos, a sabiendas de esta exigencia, planifican el perfil de trabajador que demanda un puesto determinado y en esas condiciones y requerimientos basarán su convocatoria: edad, nivel de estudios, experiencia de por lo menos un año en el área, disponibilidad horaria, manejo de informática y de idiomas, entre otros.

No cumplir con algunos de esos requerimientos actúa como filtro natural y permite que los interesados en dicho puesto sepan a priori si están preparados o no para cumplir las exigencias del cargo.

El laboral no es el único contexto en el cual la idoneidad es fundamental, en contextos como el financiero y legal también se establecen condiciones de competencias para poder acceder a determinados beneficios.

Condición que despierta confianza

Cuando un individuo se presenta en una entidad financiera para solicitar un préstamo es una condición sin equanom que demuestre fehacientemente un buen nivel de ingresos que actúan como garantía que podrá asumir la devolución del dinero cuando sea oportuno.

Por otra parte, un preso que solicita un permiso para salir de prisión para poder asistir a un compromiso personal, como ser el entierro de un familiar, deberá demostrar y cumplir con ciertas condiciones que le garanticen a las autoridades judiciales que dicha salida no pondrá en riesgo su situación procesal, ni generará un peligro para terceros.

Una condición que debería ser de cumplimiento obligatorio para desempeñarse en el ámbito público

Algunas acciones profesionales, especialmente aquellas que se despliegan en el ámbito público, atentas a la diferencia que marca disponer de sapiencia en un área, se encuentran consagradas en las normas de la nación, es decir, se exige por ley contar con los conocimientos requeridos para poder desempeñar un trabajo en el sector público.

Ahora bien, en la práctica esto muy pocas veces se cumple, lamentablemente, porque en su lugar lo que prevalece y se impone es el amiguismo con el poder, no importa si esa persona es funcional para el cargo, lo que la erige en imprescindible es su calidad de amiga, de confiable, y no su mérito o talento.

La idoneidad de tal o cual debería ser la única limitación que exista para que una persona acceda o no a un puesto y no que lo sean su posición social, su dinero, su ideología, su religión, entre otros; lo único que debiera importar y considerarse en este caso es su capacidad o no.

La democracia ateniense y los padres de la Revolución Francesa la consideraron imprescindible para el acceso a cargos públicos

En la antigua Grecia, los cargos públicos eran sometidos a sorteo entre los ciudadanos, nadie era consagrado en un puesto por ser el amigo de alguien con poder o influencia política, sino que se lo elegía en función de la utilidad que representaba.

De acuerdo a lo que consideraba la democracia ateniense allá por el siglo VI A.C., el sorteo de cargos públicos era la metodología más justa porque colocaba a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones y de ser seleccionados, sin que medie preferencia alguna.

Por su parte, unos siglos después, el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, uno de los emblemas del Siglo de las Luces (XVIII), marcó una diferencia respecto de la idea griega porque sostuvo que el sorteo solamente tenía razón de ser en un contexto de misma competencia de todos los ciudadanos, mientras que en aquellos contextos laborales en los que se requiere una capacidad técnica y profesional concreta lo ideal es la elección o el concurso de méritos.

El triunfo del nepotismo hoy

Claramente, las sociedades actuales han involucionado en este aspecto si tenemos en cuenta lo que ocurría en Grecia, o lo que proponían los padres de la Revolución Francesa hace varios siglos atrás, hoy, en gran parte de los gobiernos democráticos el mérito o la idoneidad no tienen lugar porque fueron ganados y cooptados por el nepotismo.

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