Remite al latín como liber, el cual designa a la materia prima para la elaboración del papel. Éste último está marcado por el catalán paper, deteniéndose en el latín papȳrus, originario del griego en pápyros. Sin lugar a dudas, el valor físico del libro, y por ende los recursos que requieren su producción, constituyen una tradición cultural arraigada en la sociedad que se mantiene firma aún en los tiempos de Internet y la amenaza del formato digital.
Si no hubiese corteza no habría papel, y sin éste no habría libros
En la antigüedad, cuando aún no había una fabricación formal del papel, se empleaba el liber para escribir, implicando el soporte de escritura más empleado por las civilizaciones antiguas antes del siglo IV A. C., aproximadamente, así es que no es una casualidad la denominación escogida. Esta situación es ciertamente habitual cuando se indaga en los orígenes de los términos, encontrándonos muchas veces con el hecho que las definiciones de las palabras guardan huellas de la historia de las culturas.
De acuerdo a lo que estableció la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO), un libro para ser considerado como tal debe tener al menos 49 páginas. Este elemento es por excelencia una fuente de conocimientos, de saber, un medio que transmite comunicación, y que preserva información relevante.
Es sin duda en la educación formal y en el interés autodidacta que muchas personas manifiestan que el libro ostenta una relevancia especial, porque ayuda a formar a los alumnos en las diferentes materias de estudio, es decir, complementa la enseñanza de los maestros en el aula. Y por otra parte resulta ser un elemento de lectura clásico que apasiona a aquellos amantes de la actividad de la lectura.
Evolución: De la arcilla, al hueso de marfil y del papiro al papel
En la Edad Antigua, donde destacaron muchas civilizaciones que dejaron una marca y una influencia notable e imborrable en la creación y promoción de cultura, los hombres, ante la falta del papel debieron usar como soporte de la escritura diferentes materiales, que aunque con algunas dificultades permitieron lograr el objetivo: arcilla, hueso de marfil, papiro, pergaminos, entre otros.
Fueron los egipcios, una de las civilizaciones más esplendorosas y adelantadas de la antigüedad la que creó el famoso papiro y lo extendió por toda Europa, convirtiéndolo además en un elemento distintivo de su cultura.
Ya en nuestra era, el códice, un formato en donde las hojas que componen el documento estaban cocidas, mejoró la presentación.
La imprenta marcó el desarrollo de la industria editorial
Ahora bien, la revolución y la expansión impresionante del libro se produjo con el advenimiento de la imprenta hacia finales del siglo XV y que obviamente generó de inmediato el florecimiento de una industria que además estuvo ligada al nacimiento de diversos procesos intelectuales y artísticos (Renacimiento, Ilustración) en el cual los libros ocuparon el rol central de transmisores de cultura y de difusión de tales sucesos históricos.
Para el siglo XVIII el libro se convirtió en un bien preciado para las minorías ilustradas de la sociedad.
Disponer en estos sectores de una abultada y prestigiosa biblioteca era sinónimo de estatus cultural.
Favoreció la alfabetización de minorías pobres
Finalmente, con el crecimiento de la alfabetización, el libro, se erigió en un elemento de fácil acceso para los sectores más bajos de la sociedad que buscaban y encontraban en él conocimientos para mejorar económicamente gracias a la posibilidad de ilustración que les ofrecían.
La tecnología le impuso novedades
Si bien hay muchas personas que a pesar de las nuevas propuestas en materia de soportes para los libros siguen eligiendo el formato tradicional, porque consideran que no hay nada comparable con leer en papel, hay otras personas que se encuentran más cómodas leyendo a través de opciones asociadas a la tecnología, como el libro electrónico, o e-book, e incluso, los espacios tradicionales donde se los almacena, como las bibliotecas, también ofrecen alternativas digitales.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 11/2018, en https://etimologia.com/libro/