Su ubica al respecto del francés organisation, sobre el latín medieval organizationem, forma sustantiva que se desprende de la conjugación en base al verbo participio organizare, asociado al latín organum, señalando un ente central de funcionamiento como también los órganos propios de los sistemas biológicos o el conocido instrumento musical, exponiendo raíz en el griego órganon, en el mismo sentido de interpretación.

Como lo pauta la base lingüística, la acción de organizar es un aspecto central en todos los contextos donde se lo pueda aplicar, permitiendo alcanzar mejores desempeños. Así mismo, se entiende con este término a cualquier institución pública o privada, contemplando el conjunto de actores, procesos y tecnologías que participan de forma cooperativa entorno a objetivos y reglas específicas. En oposición, la desorganización trae acarreando efectos negativos.

El surgimiento de un obstáculo o complicación que interrumpa un escenario planificado en plena actividad es una realidad latente, y de la misma forma que aparece una afección en el cuerpo, hay que trabajar y tomar medidas para solucionar, sortear o adaptarse al problema de modo de continuar hacia adelante.

Por su parte, es interesante observar la disposición de las personas, como una pieza que interviene en la personalidad y que se extiende tanto en la vida particular como en la profesional, proporcionando armonía, confianza y seguridad, pero sin que ello se torne una dependencia o imposición que afecte el relacionamiento.