Traducido al español como interfaz, procede del inglés interface, al respecto de un elemento que permite interaccionar con otro, de forma genérica. Es un neologismo compuesto por el prefijo inter-, sobre el latín en inter, con raíz en el indoeuropeo *enter, entendiéndose en todos los casos como entre, y face, procediendo del francés antiguo face, vinculado al latín dado como facies, distinguiéndose como faz por el rostro, asociado al verbo facĕre, que remite a hacer, con base en el indoeuropeo *dhe-, por actuar o hacer. De este modo, el español lo adapta mediante las referencias del latín inter y facies, no obstante suele utilizarse indistintamente con respecto al original en inglés gracias a la facilidad linguística del caso, tanto a nivel fonético como gramatical.
Su uso remonta a 1882, citando al físico irlandés James Thomson Bottomley en su trabajo Hydrostatics, denominando la superficie que se encuentra entre dos cuerpos diferentes, mientras que a nivel tecnológico encuentra referencia en 1964, describiendo el control de datos y operaciones entre sistemas en los cuales convergenn componentes analógicos y digitales, siendo adaptado en un momento indeterminado al idioma de Cervantes, publicado en Annals of the New York Academy of Sciences.
Si bien la definición de interfaz es suficientemente clara y no deja lugar a dudas, es capaz de aplicarse a distintos contextos, aunque similares. Por ejemplo, una interfaz física puede ser desde un slot interno como en los que se colocan las memorias o las tarjetas de expansión, hasta los puertos de conexión de, por ejemplo, teclado, mouse, monitor, u otros periféricos.
Otro contexto en el cual puede ser aplicado recar en el software. El caso más conocido es el de la interfaz de usuario de un sistema operativo o aplicación, que define el conjunto de elementos con los cuales el usuario puede ordenar acciones y, por lo tanto, interactuar con el software.
Este conjunto de elementos debe ser el adecuado y estar correctamente diseñado para permitir al usuario poder llevar a cabo todas las tareas que pueden ser realizadas por el hardware, de una forma intuitiva. Normalmente, es el sistema operativo el que pone a disposición de los desarrolladores de aplicaciones este conjunto de herramientas, y los diseñadores de la interfaz (si es que el equipo está compuesto por diversas personas, con especialización en sus respectivas tareas) quienes se ocupan de distribuirlas y relacionarlas para dotarlos de funcionalidad.
En el apartado software, el diseño de interfaces es toda una disciplina en sí misma, con personal especializado que se dedica enteramente a ella. Debemos pensar que es la parte que vemos todos los usuarios, es la cara de la aplicación.
-
Referencia APA
Benjamin Veschi, 01/2019, en https://etimologia.com/interface/