Etimología de Héroe y Heroína

Neagoe

Héroe tiene referencia en el latín como heros, sobre la raíz griega hḗrōs, en alusión a la imagen de un noble influyente y trasladado a la mitología para apuntar a los semidioses así como a los actos de valor, por su parte heroína se encuadra en el latín heroina, sobre el griego hērōḯnē, en femenino, para referirse al protagonismo de la mujer, por ejemplo en la novela de Anna Karenina (1878), y no tanto como respuesta a increíbles hazañas; en los comics, la Mujer Maravilla hace su aparición revolucionaria en octubre de 1941, en un terreno dominado por figuras masculinas.

En la mitología griega el héroe está asociado a Aquiles y Heracles. En el caso de Aquiles hay que recordar dos aspectos singulares: 1) es el hijo de un mortal (Peleo) y de una divinidad (la nereida Tetis) y dicho origen convierte al personaje en un semidios y 2) a pesar de su coraje y valor, su talón es su punto débil. Hercacles, también conocido como Hércules en la mitología romana, es el hijo del dios Zeus y de la mortal Alcmena.

En los relatos homéricos es donde encontramos la primera referencia escrita sobre la idea de héroe. Desde entonces la mayoría de personas o personajes que tienen esta condición presentan tres rasgos generales: una actitud valiente, un sentido de la justicia y la capacidad para sacrificarse por los demás. Marcar, por otra parte, que el héroe es recordado por alguna hazaña singular.

En la realidad y en la ficción

Tanto en la literatura como en la tradición popular hay una larga tradición de héroes. En el Mío Cid medieval se ensalza a un personaje real, Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador. En el siglo XV aparece un nuevo personaje, Guillermo Tell (el ballestero que se enfrentó al rey y que se convirtió en el símbolo de la independencia suiza).

Un personaje paradigmática es Don Quijote, ya que también incorpora los elementos típicos del antihéroe (es un anciano caballero que ha enloquecido leyendo libros de caballerías y que en sus aventuras es acompañado por un humilde labriego)

Sergii Figurnyi

En ocasiones el héroe no busca la gloria ni el reconocimiento. Esto es lo que sucedió con Rosa Parks en 1955. Esta modesta costurera afroamericana se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en el transporte público y con este gesto adquirió la categoría de heroína.

Con frecuencia los regímenes políticos totalitarios necesitan de alguien que encarne los ideales de la patria. El cosmonauta Yuri Gagarin es un ejemplo que ilustra esta realidad, pues los soviéticos lo convirtieron en el héroe nacional de la década de los 60.

Cuando un hombre corriente pone su vida en peligro para ayudar a alguien es muy probable que los medios de comunicación lo conviertan en un héroe anónimo (los bomberos de Nueva York que murieron por salvar las vidas de otros durante el 11- M constituyen un ejemplo notable en este sentido).

Con bastante frecuencia la heroicidad de una persona acaba pagándose con la muerte. El juez Giovanni Falcone llevó a los responsables de la mafia italiana ante los tribunales, pero su coraje le convirtió en alguien peligroso y una bomba en su automóvil acabó con su vida.

Si no existen, los creamos

Un héroe no aparece todos los días y, de hecho, muy pocas personas logran alcanzar esta categoría singular. Como alternativa a la realidad, la imaginación es capaz de crear una interesante versión de ficción, el superhéroe.

Los primeros superhéroes del cómic se dieron a conocer en la década de 1930. En su mayoría siguen un patrón general: poseen un poder extraordinario y único, se comportan con un espíritu noble, tienen a un villano como antagonista y normalmente poseen un talón de Aquiles (Superman es invencible pero la kryptonita le debilita y Thor posee una fuerza sobrehumana pero pierde el control sobre ella al mojarse su cabello).

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