Etimología de Fantasía

Storm

Tiene registro en el latín como phantasĭa, al respecto de una herencia del griego phantasía, el cual se lo asocia a phantos, a partir de la idea algo que se muestra, por phainesthai, y vinculado a phainein, en la idea de revelar algo o hacer visible, con raíz indoeuropea en *bha-, que remite a brillar o iluminar. A nivel lingüístico sobre la base griega, se plantean en esta línea términos como fantasma en phántasma, fenómeno en phainómenon, o fantástico en phantastikós. Al indagar en el origen de una palabra de alguna manera estamos buscando su verdadera naturaleza. En dicha búsqueda hay una dimensión lingüística, pero también histórica y filosófica.

La semilla de la fantasía la encontramos en la mitología griega

En diversos relatos mitológicos se cuenta que la diosa Nix (la personificación de la noche) tuvo una gran descendencia, siendo Hypnos (la deidad del sueño) uno de sus hijos. Hypnos tuvo como esposa a Pasítea, una divinidad que simboliza la creatividad humana.

En su unión con el dios del sueño, Pasítea engendró a los oniros, las mil personificaciones de los sueños. Entre todos los oniros conocemos a tres por su nombre: Morfeo, Fobétor y Fantaso. Los tres hermanos fueron los mensajeros de los sueños de los reyes, mientras que el resto de oniros se dedicaron al mundo onírico de los demás mortales.

Morfeo, Fobétor y Fantaso actuaban con estrategias distintas

El primero se ocupaba de provocar el sueño (de ahí viene la expresión caer en manos de Morfeo).

El Fobétor era el portador de las pesadillas y de los sueños proféticos.

Fantaso era el mensajero de aquellos sueños en los que las cosas sin vida parecen tener su propio espíritu.

¿De dónde provienen las imágenes que no existen?

En su papel de creador de imágenes imposibles e irreales Fantaso se convierte en el referente remoto de todo aquello que creamos a través de nuestra imaginación. Remarcar que la fantasía tiene muchas dimensiones, pero es en el mundo onírico donde adquiere su mayor expresividad.

Cuando soñamos despiertos concebimos fabulaciones de todo tipo, pero no podemos salirnos del pensamiento racional con facilidad. En cambio, en la profundidad del sueño desaparece por completo la racionalidad y emerge la fantasía más auténtica.

Si una persona del siglo XXl se pregunta de dónde vienen nuestras fantasías, es muy probable que no pueda proporcionar una respuesta precisa y concreta. Si nosotros tenemos dificultades para explicar la proyección de las imágenes irreales en nuestra mente, no es difícil imaginar el reto intelectual de los antiguos griegos.

No es extraño que recurrieran al relato mitológico, una fórmula narrativa que no es estrictamente racional, pero que gracias a ella es posible dar una explicación de aquello que parece inexplicable.

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