Etimología de Fábula

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Originado en el latín como fabŭla, entorno a la idea de conversación y al respecto de estar contando algo, asociado al término fabular sobre la denominación latina fabulāri, observando raíz en el verbo fari, interpretado como hablar, con registro indoeuropeo en *bha-(2). También, se puede distinguir la palabra confabular, basada en confabulāri. A partir de este orden semántico se creó una nueva forma de contar historias, la fábula.

En todas las latitudes se conoce alguna versión del relato de la liebre y la tortuga, de la cigarra y la hormiga o de la gallina de los huevos de oro. Las historias de animales han sido y son un recurso narrativo que atrapa el interés de los más pequeños y, al mismo tiempo, sirven para que los adultos reflexionen sobre ideas y valores de una manera sencilla y directa.

Los relatos de animales con moraleja final han recorrido la historia de la literatura

Tradicionalmente se ha considerado que el origen de las historias de animales con un fin moralizador viene de la Antigua Grecia y, de manera muy singular, de las narraciones de Esopo en el siglo Vl a. C. Sin embargo, en la India también se desarrolló una literatura con características similares. Así, el Panchatanra es un compendio de relatos de la tradición folclórica hindú y en ellos los animales con personalidad humana son los protagonistas (estos cuentos fueron escritos en sánscrito hacia el siglo lll a. C y tenían la intención de servir como guía moral).

Los romanos continuaron con esta corriente literaria con autores como Babrio o Fedro (algunas fábulas de Fedro se inspiran en las de Esopo y otras son alegorías relacionadas con personajes reales de su tiempo).

Las criaturas mitológicas descritas en los bestiarios medievales representaron una nueva versión de las fábulas del mundo clásico (estas historias de animales hacían referencia a los vínculos de vasallaje en el sistema feudal).

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En el siglo XVll las fábulas se pusieron nuevamente de moda con las narraciones de Jean de La Fontaine. Un siglo después los españoles Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte revitalizaron este género didáctico.

Al margen de la literatura

El mentiroso compulsivo es capaz de crear una identidad falsa o contar historias inverosímiles con apariencia de verdad. Quien tiene este rasgo de la personalidad es un fabulador. Por otra parte, en el síndrome Korsakoff el enfermo tiene una pérdida de la memoria episódica como consecuencia del consumo de alcohol y esta situación desencadena la invención de episodios ficticios de una manera involuntaria (estos falsos recuerdos se denominan confabulaciones).

Por último, los niños recurren a todo tipo de explicaciones mágicas sobre los fenómenos de la naturaleza y su inventiva es una peculiar forma de fabulación.

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