Etimología de Acto Moral

Rawiwan

Una revisión etimológica para Acto Moral nos traslada al latín actum procedente del verbo agere, el cual se interpreta como llevar a cabo o realizar; y el vocablo latino moralis, de mos, que se dilucida como costumbre, que a su vez hunde sus raíces en la noción de ήθος (ethos), de donde procede ética, referente a las costumbres y el comportamiento.

Esta propuesta hace referencia a la acción que se ejecuta con consideración de los ámbitos de la ética

Podemos decir que los actos humanos, es decir, aquellas acciones que el hombre realiza de manera libre tras un juicio de conciencia, son clasificables moralmente entre bondadosos o maliciosos, es decir, buenos o malos. El obrar es éticamente bueno cuando las elecciones en base a la libertad están en concordancia con el verdadero bien del humano y representan así la ordenación voluntaria de la persona hacia su fin último.

El hecho de que sean bondadosos o maliciosos, depende ante todo de la conformidad del objeto con el bien del individuo, según el juicio de la recta razón. Sólo si el accionar es bueno por su objeto, es ordenable en tanto su fin último.

Podemos decir que hay actos que son de por sí maliciosos porque son malos siempre, es decir, por su objeto, independientemente de las últimas y finales intenciones de quien actúa y de las circunstancias en que se enmarcan.

El término primero de lo que se desea, en cuanto al obrar ético, designa el objetivo requerido en una acción.

La intencionalidad es comprendida como un movimiento de la voluntad hacia una finalidad ulterior

La intensión no se restringe a la orientación de cada una de las acciones decididas aisladamente, sino que pueden además ordenar algunas otras acciones hacia un mismo objetivo; pudiese orientar la vida toda hacia una finalidad ulterior o una acción inspirada por diversas intensiones.

Observemos ciertas condiciones sobre el postulado. Lo primero que abarcamos es la libertad, ya que elegir el acto iniciado en la voluntad y la autodeterminación es condición original de la ética, ya que si el acto se realizase bajo corrupción escaparía de toda formulación ética.

Otro elemento destacado es la conciencia, el fenómeno del advertimiento de uno mismo ante los propios actos, es decir, el saber con certitud los límites de la pertinencia en el acto es fundamental para la evaluación del acto moral.

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