Es generada a partir del latín consuetūdo, compuesto por el prefijo con-, señalando la idea de vínculo entre pares al respecto de algo, el verbo suescere, que alude a la práctica de acostumbrarse o habituarse en este caso desde lo individual, y completa el sufijo tūdo, que proporciona cualidad.

Para sentar las bases de la palabra, nos dirigimos a Aristóteles quien dice que se hace por hábito todo lo que se hace porque se ha hecho a menudo antes, y agrega que la rutina es en cierta forma semejante a la naturaleza, porque a menudo y siempre resultan vecinos. Dice que lo natural sucede siempre, y la costumbre a menudo.

Aristóteles ve en la costumbre una especie de mecanismo análogo a los mecanismos naturales, que garantiza en cierta medida la repetición uniforme de hechos, actos o comportamientos, eliminando o reduciendo esfuerzos y fatigas y haciéndolos así cada vez más agradables

El término ha sido y es constantemente usado con este significado en un conjunto de disciplinas (biología, psicología, sociología). Pascal lo adoptó por primera vez dándole el mismo uso. Insistió acerca de la influencia de la costumbre en la creencia.

Hume afirma que la costumbre es como la disposición producida por la repetición de un acto, para renovar el acto mismo sin la intervención de la razón. Hume hace uso del hábito para explicar la conexión causal, por ejemplo, en virtud de haber visto muchas veces juntos dos hechos u objetos, la llama y el calor, el peso y la solidez, somos llevados por la costumbre para esperar a uno de ellos en cuanto el otro se nos presenta.

El conjunto de nuestra vida diaria está basado en este postulado. Hume afirma que sin la rutina seríamos totalmente ignorantes de toda cuestión de hecho, exceptuando aquellas que se presentan inmediatamente en la memoria o en los sentidos.

De manera análoga, pero en un campo diferente, Bergson lo ha aplicado para exponer las obligaciones morales, las que no serían exigencias de la razón, sino costumbres sociales que garantizan la subsistencia y la solidez de la sociedad

Es entonces que se aprecia su noción en la contemporaneidad un compuesto de distintos matices en la historia del pensamiento.

De forma intuitiva, se la interpreta como la repetición constante de un hecho o de un comportamiento debido a un mecanismo físico, psicológico, biológico o social. Se admite, en la mayoría de los casos, que tal mecanismo se forma por reproducción de los actos o de las conductas y, por lo tanto, en el caso de sucesos humanos, se forma por ejercicio.