Etimología de Rendimiento

Oleksandr Babich

Está pautado por el prefijo re-, que acúa como intensidad y énfasis, el vocablo dar, que se refleja en el latín como dare, y el sufijo -miento, asociado al latín como -mentum, para molderar la idea de acción y efecto percibido como resultado. Por su parte, está estrechamento relacionado a la palabra rendir, ubicada en el latín reddĕre, en alusión a entregar u otorgar así como también contemplado como regresar o devolver, influenciada por los términos latinos prendĕre, que remite a tomar, y vendĕre, al respecto de vender.

Realizamos actividades y como consecuencia de ello obtenemos un beneficio que podemos cuantificar o valorar. Tal idea general se concreta en un término: rendimiento. Hacemos algo, y esta acción devuelve una cosa distinta, de preferencia a modo de comprensación positiva, asímismo es difícil concebir una iniciativa sobre la cual no se espere algún tipo de beneficio.

En el plano económico, tecnológico y material

En cualquier sector empresarial la actividad se orienta al beneficio económico. En este sentido, beneficio, productividad, rentabilidad y rendimiento son palabras equivalentes.

En el desempeño de una empresa se establece un criterio general: se invierte una cantidad de dinero y una cantidad de tiempo y a cambio se pretende recibir unas ganancias. Para conocer y evaluar este vínculo es necesario establecer algún tipo de ratio de rendimiento. Los ratios más comunes tienen relación con los ingresos obtenidos y con la actividad financiera (ambos indicadores permiten cuantificar si un negocio es viable o no).

Las tecnologías que nos rodean también son valoradas con criterios de rendimiento y rentabilidad. Si pensamos en una herramienta informática o en una máquina, tenemos la necesidad de medir su capacidad de alguna manera.

Cualquier cosa material es evaluable en términos de rendimiento. Como pauta general, compramos un objeto y en función de su utilidad, uso y duración sacamos una conclusión sobre los beneficios obtenidos.

En el plano físico

El ejercicio físico y el deporte presentan distintas finalidades. Para algunos se trata de una actividad orientada al entretenimiento y para otros el objetivo está orientado a la salud o a la competición. En cualquier caso, es posible evaluar nuestro beneficio físico empleando algún tipo de criterio. Así, si queremos conocer nuestra resistencia podemos realizar el test de Cooper y si pretendemos mejorar nuestra flexibilidad podríamos realizar todo tipo de pruebas.

En cualquier caso, solamente midiendo el rendimiento físico es posible determinar si el entrenamiento es el adecuado.

No todo se puede medir en términos de rendimiento objetivo

Algunas acciones no se traducen necesariamente en un beneficio económico o en una mejora de nuestro estado físico. Así, cuando realizamos una actividad lúdica con la intención de evadirnos, cuando aprendemos algo por el placer de aprender o cuando realizamos una terapia de relajación no estamos buscando un rendimiento medible y concreto.

Por el contrario, buscamos otro tipo de satisfacciones, como el placer, la plenitud espiritual o la autosatisfacción.

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