Se identifica en el latín como negotium, y su deconstrucción expone los elementos: el prefijo neg- remite a la palabra del latín negare, contemplándose como negar, sobre una raíz indoeuropea en *ne-, que se expresa como un no; y otium, que se relaciona con el ocio y, por consiguiente, a la idea de básicamente no estar haciendo nada más allá de dedicar el tiempo a uno mismo. Por lo tanto, en su sentido literal un negocio es cualquier actividad que no está orientada al ocio, y sí a la productividad.
De manera simplificada uno puede observar que las actividades se dividen en dos grandes bloques: aquellas que van acompañadas de una remuneración económica y las que hacemos por puro placer.
El binomio ocio-negocio para los romanos
Nuestra manera de entender la justicia, la estructura de las ciudades o las distintas formas de entretenimiento tienen un germen común, la civilización de la Antigua Roma. Sin nos centramos en el ocio, en las ciudades del Imperio había un amplio abanico de opciones. En los jardines públicos o viridarium se disfrutaba del paseo y de la naturaleza.
En los gimnasios se realizaban actividades físicas y las termas eran un lugar para la relajación y para el encuentro. También había bibliotecas públicas, espectáculos circenses (ludi circenses), representaciones teatrales (ludi scaenici), banquetes y fiestas, juegos de mesa y otras muchas formas de disfrutar del tiempo libre.
Todas estas actividades ociosas las realizaban una minoría de la población, ya que la inmensa mayoría del pueblo vivía muy humildemente, hasta tal punto que el estado repartía trigo para la subsistencia de la población (tal reparto se conocía con el término annona).
Como en otras civilizaciones de la antigüedad, el trabajo manual en Roma era considerado algo indigno
La inmensa mayoría de trabajadores del campo o de la ciudad vivían en un régimen de esclavitud. En las ciudades había todo tipo de talleres artesanales donde trabajaban orfebres, zapateros, tejedores o alfareros. En los centros urbanos la construcción y la restauración de edificios proporcionaban trabajo a todo tipo de profesionales (carpinteros, vidrieros, canteros o albañiles).
La sociedad se dividía entre amos y esclavos. Los primeros podían disfrutar de las distintas formas de ocio y los segundos se dedicaban a algún tipo de actividad productiva o negocio. Sin embargo, había negocios a gran escala que, lógicamente, no realizaban los esclavos.
Marco Licinio Craso fue uno de los hombres más acaudalados de Roma
Los negocios más lucrativos eran la exportación de aceite, el préstamo de dinero, la alfarería y la compra-venta de inmuebles. Uno de los magnates de Roma fue Marco Licinio Craso, un militar y aristócrata que vivió entre los siglos ll y l a. C y que amasó una inmensa fortuna como consecuencia de la venta de las mansiones que previamente había requisado.
Otro de sus grandes negocios consistía en comprar fincas a un bajo precio porque habían sido devastadas por un incendio y luego construir en ellas nuevas edificaciones que eran finalmente vendidas a precios desorbitados.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 12/2018, en https://etimologia.com/negocio/