Etimología de Falacia

orensila

Viene del latín fallacia, en asociación al verbo fallĕre, interpretándose como ‘mentir’, ‘engañar’, ‘falsear’. Empleamos esta palabra en relación a los razonamientos falsos que pretenden esconderse aparentando ser ciertos; deriva del adjetivo falaz, en el latín fallax, fallācis, que designa al argumento inconsistente o a la persona que miente de manera disimulada; y el sufijo -ia, de acuerdo a formar el sustantivo sobre la base del adjetivo.

Asimismo, se puede apreciar la relación de la raíz fallĕre con respecto determinadas palabras: falencia ubicado en fallens, falla en fallar, o fallecer en fallĕre (en este caso sobre significaciones en desuso como algo que se termina, desistencia o cometer un error, no obstante hoy refiere explícitamente a la muerte), observados desde el espectro del disimulo y la equivocación.

En el ámbito de la lógica

La lógica es una rama de la filosofía que se ocupa del análisis de las leyes del pensamiento. Dichas leyes tienen a su vez una relación directa con la idea de verdad. Así, cuando un argumento no tiene la adecuada consistencia lógica, se convierte en una falacia.

El falso dilema o falsa dicotomía es una de las falacias lógicas más comunes. Un ejemplo en este sentido tiene lugar cuando alguien afirma que solo hay dos elecciones posibles cuando en realidad hay otras alternativas que no se contemplan.

La falacia ad hominem es aquella en la que se desacredita una determinada idea no por su contenido sino por la persona que la defiende.

La falacia ad populum es un argumento demagógico con el que se pretende convencer a las personas apelando a sus emociones.

El uso de este tipo de razonamientos inválidos o engañosos puede obedecer a dos circunstancias: a un error en la formulación lógica del argumento o bien directamente al deseo de engañar o manipular. En este último caso, el individuo que manipula y tergiversa la verdad en el contexto del discurso político se convierte en un demagogo (la palabra demagogia literalmente quiere decir «que conduce al pueblo»).

Falacia etimológica

La etimología es una rama de la lingüística que se centra en el estudio del origen de las palabras. Así, cuando alguien afirma que el significado actual de un término debería coincidir con su etimología, está incurriendo en una falacia etimológica. Este tipo de razonamiento es engañoso porque no tiene en cuenta que el significado de las palabras va evolucionando con el paso del tiempo y en dicho proceso no siempre coincide el origen remoto de un término con su significado actual.

Por otra parte, argumentar a favor o en contra de una idea tomando como referencia la etimología es un razonamiento anacrónico, pues se juzgan unas ideas del presente a partir de su significado remoto.

Otras formas de engaño

Un sofisma es un argumento capcioso con el que se pretende manipular a alguien. El sentido despectivo de este término está directamente relacionado con las críticas de Sócrates y Platón a los sofistas, profesionales dedicados a la enseñanza de la retórica.

Un bulo es una noticia falsa con la que se pretende desacreditar a alguien. En los últimos años se ha “evolucionado” a la moda de las fake news.

Un embuste es una mentira y la persona que falta a la verdad es un embustero. En este sentido, hay abundantes sinónimos de embuste, como trola, filfa, infundio o cuento.

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