Etimología de Igualdad de Oportunidades

Iris, MM

El sustantivo igualdad se aprecia en el latín como aequalĭtas, en referencia a la idea de equilibrio entre dos o más elementos. Por otra parte, oportunidades se identifica en el latín como opportunĭtātis, y a modo singular como opportunĭtas, formado por tres elementos: el prefijo op- se manifiesta como ob en el latín, señalando que uno está adelante de algo; luego se observa portus, interpretado como puerto; y el sufijo -ātis actuando como cualidad. De este modo, en su sentido originario se expresa la posibilidad de estar frente a un puerto, un lugar que, desde lo simbólico, representa algo positivo, implicando iniciar una travesía o entrar en contacto con el mundo, particularmente desde lo comercial.

También, desde una perspectiva social, transmite la idea de que exista en una comunidad un equilibrio entre todos sus miembros, siempre y cuando todos ellos puedan iniciar su propia singladura vital desde el mismo punto de partida.

Una idea que se ha ido gestando a lo largo de la historia

En la tradición cristiana se afirma que todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, ante los ojos del Creador los hombres somos exactamente iguales. Por otro lado, el mismo Jesucristo afirmó que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos en el reino de los Cielos, por lo que al final de los tiempos las diferencias terrenales entre los hombres se verán compensadas.

En la democracia ateniense ya se manejaban dos conceptos fundamentales relacionados con la igualdad: isonomía e isegoría. El primero hace referencia a la igualdad ante la ley (iso significa igual y nomos quiere decir ley), mientras que el segundo indica que todos los ciudadanos tienen el mismo derecho a participar en las cuestiones públicas (goría viene de ágora, es decir, la plaza pública donde los ciudadanos se reunen).

En la esfera de la política, la idea de igualdad se consolidó a partir de la Revolución Francesa de 1789, cuando se abolió la esclavitud y se proclamó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (en el artículo 1 de dicho texto se afirma que » los hombres nacen libres e iguales en derechos «). No hay que olvidar, por otro lado, que en la misma Revolución Francesa se impuso un lema fundamental: libertad, igualdad y fraternidad.

Con el desarrollo de los sistemas democráticos se fue un imponiendo un nuevo anhelo: que la igualdad no fuera simplemente una cuestión formal y relativa a los derechos sino que también supusiera las mismas oportunidades para todos en los diferentes ámbitos de la realidad, especialmente en la educación. En este sentido, en líneas generales se entiende que solo puede haber las mismas oportunidades cuando en una sociedad todos sus miembros tienen acceso a la educación en unas condiciones similares.

Una cuestión de justicia social

Los individuos somos diferentes unos de otros, pues las distinciones económicas, familiares, intelectuales y sociales hacen que unos tengan más opciones que otros para conseguir unos mismos objetivos.

A pesar de esta contundente realidad, es deseable que todos los miembros de una sociedad tengan reconocida una cierta de igualdad de oportunidades. En otras palabras, la competición entre individuos en cualquier ámbito es justa y razonable si cada uno de los participantes juega con las mismas reglas y dispone de idénticas herramientas para desarrollar sus capacidades. De lo contrario, los privilegiados siempre ganarán y los desfavorecidos estarán condenados a la derrota.

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