Se la observa en el latín como architectūra, asociado a arquitecto, del cual se desprende referencia en el latín architectus, sobre la raíz en el griego architéktōn, la cual distingue: arkhi- por arkhon, que remite a la ‘posición’ o ‘cargo’ que le corresponde al jefe, y el adjetivo tekton, que señala al ‘constructor’ (nótese que muchos autores interpretan erróneamente este término como la obra en sí misma, cuando verdaderamente remite a quien se desempeña en la misma), con raíz en el indoeuropeo *teks-, dado por la acción de ‘construir’ o ‘tejer’ algo (obsérvese la influencia en el verbo tejer, ubicada en el latín como texĕre). Así, el arquitecto es el máximo responsable de una obra. Lógicamente, la construcción finalizada es una obra de arquitectura.
Las primeras construcciones
La construcción de colmenas para las colonias de abejas, las madrigueras creadas por los conejos, los nidos de los pájaros o los termiteros de las termitas son construcciones del reino animal muy anteriores a cualquier edificación humana.
La historia del hombre como constructor comenzó con los menires, las cuevas y las cabañas. Estas estructuras rudimentarias son los antecedentes de una disciplina, la arquitectura.
El menir es una piedra alargada de gran tamaño cuya parte inferior es enterrada en el suelo para mantenerse en pie. Estas piedras fueron utilizadas para la delimitación de un camino o lugar, para la realización de ritos o bien como construcciones funerarias. La cueva es en principio un lugar de refugio, pero también hay cuevas totémicas y funerarias. Las primeras cabañas se edificaron para que los hombres pudieran estar cerca de los cultivos y de los animales domésticos.
La arquitectura como disciplina técnica y artística nació con las primeras ciudades de las civilizaciones sumeria y mesopotámica
Hace 7000 años las aldeas agrícolas del cercano Oriente se habían consolidado. Sin embargo, era conveniente controlar las aguas de los ríos para facilitar una correcta irrigación de los cultivos y debido a ello se comenzó a construir un sistema de diques y canales. Tras estas infraestructuras básicas ya fue posible la construcción de las primeras ciudades.
Las urbes de las antiguas civilizaciones expresan la necesidad humana de habitar un lugar de manera estable. En el espacio habitable ya es posible conservar y desarrollar la existencia.
Podríamos decir que las construcciones de la arquitectura constituyen nuestra segunda piel para la supervivencia. En un espacio humanizado se comienzan a edificar construcciones para satisfacer las comodidades básicas, para organizar la actividad política y social o para adorar a los dioses.
Un saber multidisciplinar
Como otras áreas del conocimiento, ésta presenta una dimensión multidisciplinar. La arquitectura es un compendio de saberes distintos: geometría, álgebra, estética, sociología o historia. Paralelamente, en la mente del arquitecto deben contemplarse otras actividades profesionales que complementan su actividad, como la albañilería, la carpintería o el diseño de interiores.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 04/2019, en https://etimologia.com/arquitectura/