Evolución proviene del latín (evolutio) utilizada para designar el proceso por medio del cual una especie pasa de un estado a otro.
En la Edad Media, bajo la influencia del cristianismo, la evolución estaba sustentada en el creacionismo, doctrina que sostenía que Dios había creado la tierra y posteriormente el hombre a su imagen y semejanza. El proceso fisiológico de nacer, reproducirse y morir estaba predestinado por gracia divina.
Desde la embriología se dieron los primeros pasos para la explicación de la evolución de las especies
Los empiristas del momento consideraron que los seres vivos se originan de embriones que a medida que pasa el tiempo van cambiando su anatomía. Estos planteamientos iban en contra de lo establecido por la Iglesia y se dio un rechazo rotundo a toda posibilidad de evolución biológica contraria a lo señalado en las sagradas escrituras.
Sería en el siglo XVIII cuando las ideas acerca de una evolución de los seres vivos comenzaron a hacer tambalear la teoría creacionista. Aunque Lamarck no generó una prueba válida a sus argumentos; sostuvo que las especies tienen la tendencia innata al cambio y necesitan transformarse para acomodarse al cambio.
Su pensamiento le permitiría a Darwin, en el siglo XIX, demostrar que las especies evolucionan y solo las más aptas para adaptarse a la naturaleza sobreviven
La teoría de Darwin, desde entonces conocida como evolucionismo, fue tomada por los científicos sociales también del siglo XIX para explicar la evolución de la sociedad. Fue el filósofo y sociólogo Spencer, quien tomó los postulados de la evolución de las especies para explicar que las sociedades se desarrollan continuamente y solo las más fuertes sobreviven. Darwinismo social sería la expresión conocida para estudiar el comportamiento de las sociedades a lo largo de la historia, teniendo como base la evolución biológica de Darwin.
Términos como: progreso, proceso, continúo, cambios y transformaciones fueron utilizados para referirse a la evolución de las sociedades. Sin embargo, entrado el siglo XX, los científicos sociales, específicamente los antropólogos culturales, comenzaron a cuestionar el término progreso como sinónimo de evolución, por cuanto señalaron que no todo progreso era producto de la evolución. Y el progreso no siempre era favorable para el desarrollo de las culturas.
La ciencia y la Iglesia en el siglo XXI reconocen que la evolución y Dios (evolucionismo /creacionismo) son posturas que no están enfrentadas, no son contrarias. Son dos fuerzas que se complementan a lo largo de su existencia.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 11/2018, en https://etimologia.com/evolucion/