Los dos vocablos que conforman este postulado inherente a la cultura proceden del latín, centro de centrum, y cultural de cultus. La primera parte refiere a aquel espacio en el cual se congregan individuos con algún fin, mientras que la segunda implica cultivo y cultivado.
De lo expuesto se aprecia un lugar en el cual las personas se reúnen con una finalidad cultural que pueden manifestar a través de la expresión artística o de la actividad intelectual. Por otra parte, suelen ser el lugar de reunión que escogen ilustres intelectuales, filósofos, historiadores, sociólogos, entre otros, para reunirse, debatir u ofrecer charlas de interés para el público.
Asimismo, hay algunos que ofrecen una acción formadora informal, en relación a las universidades o escuelas, pero muy sólida y abarcadora, sobre arte, música, literatura, comunicación.
Desarrollar y promover el ánimo cultural en la ciudadanía suele ser el objetivo por excelencia de estos lugares que pueden estar gestionados por el estado, o por alguna asociación privada, con o sin fines de lucro
Cabe destacar que si existe el fin de lucro, por ejemplo el cobro de una entrada, generalmente, esa recaudación se destina a solventar los gastos inherentes al funcionamiento del centro y suelen ser bastante accesibles, porque la idea es que todos, sin excepciones, dispongan o no de recursos económicos, puedan participar de las labores que allí se realicen.
Pueden estar asociados y ser parte integrante de una universidad, museo, o entidades autónomas que ofrecen diversas actividades culturales.
Algunos además complementan la difusión cultural con bibliotecas que permiten consultar bibliografía especializada y hasta desarrollar in situ lectura.
Cultivar e «iluminar» el intelecto para terminar con la ignorancia
La humanidad produce cultura desde que el primer hombre apareció en el planeta, por supuesto que esa actividad fue cambiando y evolucionando conforme lo hizo el ser humano a través de los siglos.
Los usos y costumbres y todas aquellas aquellas acciones que se transmitieron por la tradición oral son consideradas por muchos expertos como una expresión de cultura también.
El idea de cultura se empezó a usar tal y como lo usamos hoy entre finales de los siglos XVIII y XIX, y se tomó del uso que se le daba en el ámbito de la agricultura para referirse al cultivo, en esta nueva acepción se refería a cultivar el espíritu y las facultades intelectuales.
Cicerón, uno de los intelectuales, políticos y oradores más ilustres de la civilización romana durante el siglo II y I A.C. lo usó a modo de metáfora para hablar del cultivo intelectual pero habría que esperar varios siglos para que dicha alegoría pasase a convertirse en un término moderno a fuerza de movimientos como la Ilustración
Por otra parte, también será en El Siglo de las Luces (XVIII) que se lo use en asociación a otros términos que en este tiempo adquirieron una especial relevancia, tal es el caso de civilización y progreso.
Todos los intelectuales que se erigieron en referentes de esta etapa: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, tuvieron como principal misión combatir, y erradicar la ignorancia.
Una consecuencia directa de esta coyuntura fue la difusión de una tendencia que se preocupaba por desterrar la incultura y el desconocimiento a través de grandes tratados y obras como la Enciclopedia, el Diccionario de la Academia Francesa, o de las famosas reuniones en los salones literarios que cobraron enorme difusión y protagonismo, en Francia, entre los siglos XVII y XVIII.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 11/2018, en https://etimologia.com/centro-cultural/