Expresado en el latín victĭma, a instancias de la antigua Roma, esta figura consideraba a aquella persona o animal que entregaba su vida, voluntariamente o no, como tributo a Dios o una divinidad, designando al ejecutor como victumarius. Si bien no es posible afirmar el pasaje, existen teorías que lo relacionan con vĭcis, que indica un intercambio o reemplazo, evidenciando raíz en el indoeuropea weik(2)-, que implica la acción de elegir (trasladado al marco del sacrificio), como también si lo relacionamos con weik(4)-, que remite a girar o cambiar, y del cual se deprende por ejemplo el vocablo vĭncta, por atar o amarrar, logramos acercarnos a factores determinantes de los rituales.
Jesús es claramente la mayor referencia cuando uno habla de sacrificios, habiendo cedido su vida por la humanidad, no obstante, en ese momento esta visión era comprendida por los seguidores y él, mientras que la perspectiva de los responsables por torturarlo y colgarlo en la cruz se limitaba a matar todo lo que su presencia física representaba. A partir de mediados del siglo XVII, el término comienza a instalarse al respecto de un crimen, así como de una afección de salud.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 05/2020, en https://etimologia.com/victima/