Se precia en el latín tardío como personalĭtas, cuya deconstrucción está pautada en personal expresado en personālis, y éste sobre persona visible como persōna, asociado al verbo persōnare, observando los componentes per-, que se interpreta como ‘a través de’ y sonāre, que remite a la palabra ‘sonar’, entendiendo voces y sonidos, en este caso al respecto del uso de una máscara en la personificación de un papel en una obra, con referencia en el etrusco en φersu, contemplándose como ‘máscara’, remitiendo en última instancia al griego como prósōpon, dado sobre el prefijo pro-, con raíz en el indoeuropeo *per-, en ambos casos entendido como ‘adelante’, e identificando el componente opos, para remitir al ‘rostro’.
Para los griegos una máscara era un elemento importante en el teatro, ya que los actores se colocaban máscaras con distintas muecas en su rostro para mostrar su estado de ánimo y, al mismo tiempo, este elemento servía para amplificar la voz en el escenario. Siguiendo la estela de esta palabra, vale la pena observar que el término personaje comparte la misma etimología.
Con posterioridad los romanos denominaron persona al individuo. Con el paso del tiempo, la psicología se dedicó a diferenciar los distintos tipos de persona y se fue articulando una teoría de la personalidad.
De alguna manera somos una máscara o un personaje de nosotros mismos
Con mucha frecuencia decimos o pensamos que en nuestro interior somos diferentes con respecto a nuestra conducta externa. En consecuencia, podríamos decir que la manifestación externa de lo que somos en nuestro interior es una especie de máscara. En este sentido, un mismo individuo interpreta varios papeles o personajes dependiendo del contexto social (por ejemplo, no siempre somos iguales en el trabajo que en el propio hogar).
La personalidad de un individuo es, en todo caso, una combinación de tres elementos: la imagen que se proyecta de uno mismo, aquello que se pretende proyectar y cómo somos percibidos por los demás.
En el ámbito de la psicología
La mayoría de psicólogos e investigadores sobre la conducta humana sostienen que la realidad física y psicológica de cada individuo genera una forma de actuar y de pensar única. En otros términos, tenemos un patrón de sentimientos, pensamientos y conductas y dicho patrón constituye nuestra personalidad.
Algunas corrientes de la psicología afirman que aquello que permanece estable en nuestro carácter y temperamento es el fundamento de la idea de personalidad.
Cuando los patrones de personalidad se apartan de las conductas socialmente aceptadas aparecen una serie de trastornos
El trastorno depresivo se caracteriza por una conducta depresiva crónica y presenta algunos de los síntomas siguientes: estado de ánimo triste y abatido, infelicidad, desilusión, baja autoestima, menosprecio de uno mismo, un marcado sentido de culpa y una notoria dificultad para disfrutar de la vida. En pocas palabras, se trata de una personalidad depresiva.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza por el siguiente patrón: preocupación excesiva por el orden y el control de la vida cotidiana, escasa flexibilidad e incapacidad para desprenderse de objetos inútiles.
El trastorno de la personalidad por evitación presenta ciertos rasgos: excesivo temor a una posible evaluación negativa, inhibición social, un sentimiento de inadaptación y una autopercepción negativa.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 02/2019, en https://etimologia.com/personalidad/