Aplicado al campo de la biología, y usado popularmente sobre el comportamiento inútil de una persona, tiene referencia en el latín larva, entendiendo la idea de una entidad espectral o espiritual (para la RAE, remite explícitamente a fantasma), asociado a larua, dentro de las historias mitológicas romanas, que profundiza al respecto de una entidad diabólica que frecuentemente se caracterizaba por el uso de una máscara, encontrando referencia en el etrusco, dado por los denominados lares, por lar, explorando divinidades que protegían la familia y la zona donde habitaba.

Al respecto de la significación al nivel de la biología, le corresponde a los trabajos de Carlos Linneo planteando una distinción de formas básicas que, de algún modo, enmascaran una transformación, y es precisamente sobre este criterio de extrema simpleza que se lo extiende a lo social, como un adjetivo peyorativo, para describir a un individuo que se limita a ocupar un espacio físico, que no aporta ni hace nada al respecto de la sociedad y de su propia existencia.