Buenos se identifica en el latín bonus, por su parte modales es una variante para maneras, siendo ésta última la más próxima de la referencia en el francés maniere, sobre el latín vulgar *manaria, del latin manuarius asociado, según algunos especialistas, a manus, que indicaría las manos. Erasmo de Róterdam titulaba uno de sus trabajos en 1530 como «De civilitate morum puerilium» en referencia a cómo deberían comportarse los niños ante la presencia de adultos.
El postulado remonta a los antiguos romanos, quienes utilizaron el término urbanitas (urbanidad) para describir la buena educación en la vida cotidiana. Originariamente los buenos modales hacían referencia a la vida urbana, ya que en la ciudad había un refinamiento que no existía entre la gente del campo o rusticus.
En algunos textos grecolatinos encontramos referencias asociadas, como beber a pequeños sorbos o no comer en exceso y de manera ansiosa. En el Talmud de la tradición judía también existen reglas de buena educación: emplear una sonrisa para la comunicación, saludar a la gente, evitar hablar a gritos o dirigirse al prójimo con amabilidad.
En términos actuales empleamos distintas expresiones con el mismo significado: urbanidad, reglas de educación, normas de cortesía, etc. En todas las culturas hay una serie de pautas y normas de conducta que expresan buena educación y corrección. Desde lo histórico, se considera que la primera norma de cortesía es el apretón de manos.
El primer tratado de urbanidad fue publicado en el periodo renacentista
En el Renacimiento la nobleza abandonó paulatinamente los ideales guerreros del medievo y poco a poco fue incorporando buenas maneras y un estilo de vida más educado que conectaba con la vida en las cortes europeas. En este contexto histórico, hacia 1530, Erasmo de Róterdam publica la obra que citábamos al inicio del análisis, en la cual aparecen algunas recomendaciones que son perfectamente válidas para los tiempos actuales: no escupir en presencia de los demás, mirar al interlocutor a los ojos, dar las gracias, pedir perdón, limpiarse los dientes, sentarse con las rodillas juntas, no apoyar los codos en la mesa, utilizar la servilleta durante las comidas o no hablar con la boca llena.
En el siglo XlX las normas de urbanidad se extendieron al conjunto de la sociedad
Los buenos modales han estado ligados a las clases adineradas a lo largo de la historia. Sin embargo, en el siglo XlX se popularizaron los manuales de urbanidad para que el pueblo llano también adoptara pautas de conducta correctas en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Un ejemplo significativo de esta tradición es el «Manual de urbanidad y buenas maneras» del venezolano Manuel Antonio Carreño. En esta obra publicada en 1853 hay algunas normas de protocolo que ya han pasado de moda (por ejemplo, no prestar el sombrero a nadie o colocarse delante de una mujer al subir una escalera).
Sin embargo, algunas de sus recomendaciones siguen teniendo sentido (acudir con algún regalo cuando somos invitados a una fiesta, prestar atención a la persona que habla o no divulgar rumores).
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 12/2018, en https://etimologia.com/buenos-modales/