Se distingue en el latín como athĕus, sobre la referencia griega dada en átheos, regido por el prefijo á-, en función de privación o negación, en base al indoeuropeo *ne-, por no, y theos, remitiendo a Dios y extendiéndose a cualquier divinidad, sobre una posible raíz indoeuropea visible en *dhes-, empleada a nivel lingüístico en la construcción de numerosas palabras de índole religiosa, tales como teología (en el latín tardío theologĭa al respecto del griego theología), teocracia (observado en el griego theokratía), festivo (pautado en el latín festīvus) profano (declarado en el latín profānus) o fanático (por el latín fanatĭcus). Por su parte, como movimiento, el ateísmo está conjugado a partir del sufijo -ismo, para señalar una corriente de pensamiento.
Por su parte en el caso del agnóstico, cuya referencia se aprecia en el griego ágnōstos, la determinación del prefijo á- está dado entorno a la palabra gnosis, que remite al conocimiento, ingeniado por el británico Thomas Huxley en 1876 para describir la incapacidad por demostrar o explicar circunstancias o fenómenos asociados a la fé, evitando tanto el rechazo como la aceptación a interrogantes como Dios.
Como se puede observar, el componente á- resulta esencial para pautar el mensaje que la palabra pretende transmitir, de forma clara y concisa. Si bien en la actualidad hubo un progreso en la tolerancia y respeto entre las distintas religiones, así como en relación a aquellas personas que optan por un camino opuesto a todas las creencias, aún queda mucho trabajo y concientización por delante. Antiguamente, los ateos eran incomprendidos, excluidos e incluso castigados por considerar que su negación era una ofensa en sí misma. Así mismo, los avances científicos enfrentan constantemente a los preceptos religiosos, uniendo indirectamente a cristianos, judíos, musulmanes, budistas, etc.
-
Referencia APA
Benjamin Veschi, 06/2020, en https://etimologia.com/ateo/