Queda bastante claro que la denominación app es una abreviatura del inglés application, adoptada por el español como un préstamo lingüístico como estándar para remitir a un programa de software en el terreno tecnológico móvil. Application remonta a la lengua inglesa en el siglo XIV, para señalar el acto de poner algo en uso, con referencia en el latín applicātio, al respecto del verbo applicāre, por aplicar, compuesto por el prefijo ad-, que toma la forma ap- en relación a un hacia, y plicāre, interpretado como plegar, en base al indoeuropeo *plek-, asociado a la raíz *pel-(2), por plegar.

En el entorno informático, empieza a utilizarse para denominar a un programa a principios de la década de los 80 del siglo XX. Pese a que también hablamos de app en las plataformas de sobremesa, lo habitual es reservarlo para los programas que se ejecutan en dispositivos móviles, bien sea un smartphone o un tablet.

No queda claro dónde y cómo se origina este término, no obstante, tras una década de uso, es evidente que en competencia con la denominación programa, aplicación es el estándar elegido socialmente. App gana protagonismo como sinónimo de aplicación móvil a partir de 2007 con la presentación del primer iPhone.

De este modo, iPhone cambia el paradigma y también cambia el lenguaje; facilita la distribución, instalación y comercialización de aplicaciones centralizando los recursos en la App Store. La tienda de Apple para el iPhone (y que posteriormente se extenderá a todos los dispositivos que utilizan iOS) potencia en gran medida la adopción de apps.

En entornos profesionales, se entiende como app un programa “ligero”, dedicado a una o unas pocas tareas y que consume pocos recursos del hardware.

La filosofía de las apps ha vuelto incluso a los escritorios informáticos, aunque es un término que no se utiliza en exceso en dicho contexto, mientras que en el contexto de los dispositivos móviles es muy común.

Así mismo, se ha extendido ampliamente a otros tipos de dispositivos, como los televisores inteligentes (Smart TV).