Etimología de Escuchar

Askib

La raíz se distingue en el verbo en latín auscultāre, postulando la idea de inclinar la oreja, combinando los componentes latinos auricŭla, interpretado como oreja, y el verbo inclināre, entendido como inclinar. De esta manera, escuchamos algo cuando prestamos atención a cualquier tipo de sonido (un mensaje expresado con palabras o un ruido que pueda suponer una significación).

El sentido del oído nos permite captar los sonidos a nuestro alrededor. Sin embargo, no toda la información es percibida de la misma manera, ya que a veces escuchamos y a veces oímos (oír procede del latín como audīre). Los verbos que empleamos para estas dos acciones pueden parecer equivalentes, pero en realidad no lo son. En cambio, en la acción de oír no hay ninguna intencionalidad por parte del sujeto, ya que el sonido que se percibe es captado porque el aparato auditivo se encuentra sano. En otras palabras, la diferencia entre escuchar y oír depende de la actitud del individuo.

El placer de la música

Al igual que las palabras, una misma música no tiene el mismo significado para unas personas y para otras. Por otro lado, una pieza musical puede tener un significado en una etapa de la vida y otro muy distinto en otra etapa. Podemos usar la música para divertirnos, para concentrarnos, para recordar un momento o para evadirnos de los problemas cotidianos.

Paralelamente, la música nos proporciona un singular placer espiritual, pues incluso las melodías tristes ayudan a sentirnos mejor. Para que una canción o una composición de orquesta sea disfrutada plenamente es necesario que sea escuchada con una actitud concentrada, percibiendo cada nota y cada pausa de manera plena. Si nuestros oídos atrapan conscientemente los sonidos podremos sentir la música y disfrutarla.

El fenómeno radiofónico

Los locutores de radio son profesionales de la palabra, pues saben cómo utilizar su voz para que los oyentes permanezcan atentos y escuchen con interés. Estos profesionales modulan su voz dependiendo del tipo de mensaje, pues no es lo mismo leer un informativo, un cuento o un mensaje publicitario.

En cualquier caso, el locutor debe intentar seducir al receptor del mensaje, el oyente. Así, mientras el locutor lee un guion, el oyente lo percibe como si el mensaje no estuviera siendo leído. Con respecto al oyente se produce una situación muy curiosa y paradójica, ya que se utiliza la palabra oyente cuando en realidad lo que está haciendo el receptor del mensaje es escuchar y no oír.

Buscador