Encuentra referencia en el latín como contĭnens, contĭnentis, interpretando la idea de continuidad, formulado a partir de continēre, el cual marca la acción de contener, conjugando el sufijo con-, como propiedad lingüística de encuentro, y el verbo tenere, por tener, sobre la base del indoeuropeo *ten-, por tender. De esta manera en la antigua Roma se planteaba la expresión terra contĭnens, describiendo la idea de continuidad entorno a la unidad de los distintos bloques físicos -distanciados por el azul de los océanos- que componen el planeta, y que en aquellos tiempos comprendía Europa (visto en el latín Europa, sobre el griego en Εὐρώπη), África (visto en el latín Afrĭcus) y Asia (apreciado en el latín Asia, al respecto del griego Asia).
Se incorporarían más tarde América (marcado como tal en 1507, en referencia a Américo Vespucio) y Oceanía (dado en el griego como okeanos), y actualmente debatiéndose al respecto de la asignación como tal a la Antártida (en el latín como antarctĭcus, sobre la raíz del griego antarktikós) así como la clasificación de América del Norte y del Sur, en una mesa en la que los países dominantes ejercen presión en base a sus intereses geopolíticos particulares.
Los núcleos geológicos de la Tierra siempre están en movimiento, y de hecho a veces se hacen sentir produciendo catástrofes naturales a partir de los fenómenos de tsunamis o terremotos, razón por la cual la disposición actual puede cambiar en un futuro. De una u otra manera, para la ONU, hoy se mantienen en cinco.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 09/2020, en https://etimologia.com/continente/