Etimología de Carajo

Lepusinensis

Tanto en español como catalán (carall) y portugués (caralho), su uso encuentra referencias en el siglo XIII, asociándose a una forma del latín vulgar *characŭlus o, según otros estudiosos como el portugués Machado (1914-2005), *caracŭlu, por *caracŭlum, remitiéndose en todos los casos al miembro viril, al respecto del griego charax, por estaca. Sin embargo, a pesar de las teorías y documentaciones, en este caso, la única certeza del pasaje etimológico es la incerteza.

Es una expresión que cumple una función en la comunicación para representar un sentimiento de euforia como también indicar o mandar a un destino «lejano», tanto desde una perspectiva positivo como negativo según la intención, predominando como insulto, estando registrada en las páginas de la RAE, y teniendo versión en la amplia diversidad de idiomas con el mismo sentido. Las malas palabras son parte de la cotidianeidad, y si bien pueden implicar cierta interferencia y malinterpretación, dependiendo del emisor, merecen su reconocimiento.

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