Apreciado en el latín como harmonĭa, sobre la referencia griega harmonía, para referirse a un tratado o esquema de unidad, desglosándose en harmós, interpretado como nexo o unión, con raíz en el indoeuropeo *ar-, por juntar. Hacia fines del siglo XIV se impone en el campo de la música, y rápidamente se extiende a otros ámbitos culturales como la poesía y la literatura.

Comprendiendo la fluidez de un conjunto de sonidos así como un estado de situación organizado aplicable a contextos tan diversos como el funcionamiento del gobierno o el cuerpo humano, coloca de manifiesto una composición capaz de producir placer y tranquilidad, tanto en calidad de observador como de integrante desempeñándose activamente, porque la falta de este marco de bienestar implica que existe un conflicto o falla, ubicando el caos como el extremo antagónico.