Es una contracción sobre el latín vigilāre, que remite a vigilar en el trascurso de la noche, asociado al adjetivo vigere, en alusión a estar atento o pleno, en referencia al indoeuropeo *weg-, en el sentido de fuerte o activo. Suele confundirse la derivación de velar al respecto de velo, establecido en el latín velum, entendiéndose éste como un elemento presente en el desarrollo de un velatorio como también de un casamiento, de la misma forma que una vela acompaña la clásica imagen de los vigilantes en la antiguedad; existe una relación que tiene que entenderse como corresponde, ordenadamente.
Dentro del conjunto linguístico asociado a la palabra, se identifican vigilante (visible en las formas latinas vigĭlans, vigĭlantis), vigilia (dado en el latín como vigilia), vigía (adoptado del portugués vigia al respecto del latín), velatorio (conjugando velar y el sufijo compuesto -orio), o vigor (marcado por las expresiones latinas vigor, vigōris).
Comprende una postura de firmeza y atención para monitorear una situación, en el que comúnmente la persona responsable está a la expectativa de un cambio capaz de producirse, sea desde el ámbito de la guerra y la seguridad, como también a nivel médico al respecto del estado de un paciente, o religioso ante el escenario de despedir y acompañar de cerca el fallecimiento de un ser querido.
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Referencia APA
Benjamin Veschi, 05/2020, en https://etimologia.com/velar/