Reconocido por el italiano canaglia, cuyo pasaje se basa en el latín canis, de ‘perro’, ‘canino’, y el sufijo -alla, en la forma latina -alia asociada a -ālis, como adjetivación negativa. En la Edad Media, la palabra se usaba despectivamente para referirse a los perros callejeros que vagaban por los canales y zonas sucias de las ciudades. Con el tiempo, su significado se amplió para describir a personas consideradas vulgares, despreciables o de baja moral. Paralelamente, en ciertas regiones sirvió para apuntar al alboroto del juego inocente causado por grupos de niños, en este caso desde una perspectiva simpática.

Ejemplos del uso de la palabra
1. ‘‘Esa canalla robó mi billetera y desapareció’’.
2. ‘‘No quiero que te veas con ese canalla; no es una buena influencia’’.
3. ‘‘La gente le gritó canalla al político que lidera la comisión de reforma impositiva cuando lo encontraron almorzando en un restaurante’’.