Se aprecia en la lengua italiana como grottesco, asociado a grotta, remitiendo a una ‘gruta’, en alusión al pasaje e interior de una caverna o espacio subterráneo, y éste sobre el latín crypta, conectando al griego kryptḗ, forma femenina de kryptos, traducido a ‘cripta’, con referencia en el verbo krýptein, que se refiere a ‘ocultar’ o ‘esconder’, determinando una posible raíz en el indoeuropeo *krau-, por ‘tapar’.

Es una expresión que surge como antesala al Renacimiento, a partir de costumbres romanas documentadas en torno a las ruinas de la Casa Dorada (conocida en el latín como Domus Aurea) perteneciente al emperador Nerón, a partir de lo cual se despierta un pasatiempo entre grupos de jóvenes por explorar los recónditos pasajes hacia el descubrimiento de valiosas piezas, tomando muestras que eran compradas por artesanos de las proximidades, quienes las replicaban para comercializar objetos decorativos. Esta práctica de la ‘búsqueda del tesoro’ se extendió entre estudiantes y profesionales del arte. Una de las mentes que recorrió esos pasajes fue Rafael.

Así mismo, grotesco señala actitudes sociales que chocan con los estándares. La caricatura de una personalidad política puede encuadrarse como algo grotesco a partir de exagerar sus características físicas como también alguna de sus actuaciones a modo de crítica. Una de las creaciones de Da Vinci, con fecha aproximada en el 1490, es precisamente una caricatura denominada Cabezas Grotescas, protagonizada por cinco figuras, representando un temperamento en la expresión de cada una.